sábado, 2 de febrero de 2008

Nos pasamos la vida esperando, y esperando se nos pasa la vida

esperando esperando…


Y es que ya desde que somos concebidos no enseñan a esperar. La primera acción de nuestras vidas es, efectivamente, una larga y oscura espera de nueve meses, lo que ya viene a ser un mal presagio de lo que pretenden que nuestras vidas sean. Pero una vez superado esto es cuando empieza todo.

Y es que nos pasamos la vida esperando. Nada más abrir los ojos a la luz del día esperamos que se sea un buen día. Esperamos que salga el sol, esperamos con ansias el primer café de la mañana, esperamos no encontrar un atasco y luego esperamos en el atasco, esperamos no llegar tarde al trabajo y luego sin embargo esperamos salir cuanto antes. Espermos ver a un amigo al salir del trabajo y luego esperamos llegar cuanto antes a casa para ver nuestra serie favorita.

Cuando era pequeño esperaba con desespero mis regalos de reyes durante todo al año, cuando el mejor regalo era vivir cada día donde vivía. Esperaba que llegara junio para que se acabara el colegio y mientras, mi madre esperaba que llegara septiembre para que volviera al colegio. Esperaba no ver los anuncios del corte inglés anunciando la vuelta al cole y esperaba también no ver a Casimiro anunciando la hora de irse a la cama. Mientras tanto perdía la mitad del día, del verano y de mi infancia viendo la televisión. Y es que la tan esperada televisión en casa se convirtió en motivo de desespero. Hemos perdido la capacidad de ser felices con las cosas más sencillas y simples. Los niños pasaron de jugar en la calle o en casa a juegos en familia a ver la televisión y las consolas de videojuegos (que me alegro no haber tenido nunca).

Cuando somos pequeños esperamos se mayores cuanto antes y una vez lo somos esperamos no hacernos mayores. Cuando hacemos la carrera esperamos acabar cuanto antes, encontrar el trabajo de nuestras vidas y si al principio no lo encuentras esperas que un día tu vida de un giro de ciento ochenta grados y te sorprenda. Un día un gran sabio me dijo “…deja de esperar a encontrar un gran trabajo y ponte a trabajar…y el gran trabajo llegará”. Porqué no dejamos de esperar y actuamos?

Nos pasamos la vida esperando. Esperamos que nos contesten esos mensajes de móvil que nunca nos contestaron y que sabes que no lo van a hacer, esperamos querer y ser queridos, esperamos es orgasmo que borrará todos los demás, esperamos una sonrisa no esperada, esperamos mucho de quien no podemos esperar nada y esperamos poco de algunos que pueden dar mucho, en definitiva, esperamos siempre lo inesperado.

Y yo me pregunto ¿por qué y para qué esperar tanto?

Siempre estamos ansiando el futuro, haciendo planes y esperando que nuestra vida sea mejor. Si hubiera una carrera de esperar, nos darían el título a todos nosotros. En nuestra sociedad todo son promesas de una vida mejor, más cómoda, un mundo mejor y nos fascina asombrosamente la idea de esperar un futuro mejor, cuando sin embargo el futuro lo hacemos cada día nosotros mismos. Cada vez que nos dan una esperanza de aquellas cosas que parecemos necesitar llega una desesperanza cuando no las tenemos. Pero, en realidad sino hubiéramos visto aquello nunca lo hubiéramos necesitado.

El mundo está mal y esto lo sabemos todos, y por lo tanto esperamos echarle la culpa, si algo va mal, al mundo. Nuestros valores humanos se han hundido, los dirigentes políticos son unos corruptos, esperamos que nuestros Dioses lo arreglen todo y algunos en plena desesperación profetizan sobre el fin de los tiempos en lugar de ponerse a cambiar el mundo.

Esperamos que algún día esto cambie, esperamos en vano que las nuevas tecnologías nos ayuden a comunicarnos mejor, esperamos que internet nos recupere el hábito de leer, esperamos que el cambio climático no nos afecte, que los japoneses dejen de cazar ballenas, que se acaben las guerras, que el agujero de ozono deje de aumentar o que la vida no sea tan dura.. Esperamos, esperamos y esperamos…

Nos encanta esperar, o al menos eso parece. En nuestra vida diaria siempre esperamos. Esperamos ver a ese amigo que siempre llega tarde, o al que hace tanto que no vemos, pero sin embargo no cogemos el teléfono y lo llamamos, esperamos que no se nos queme en el horno ese pastel de cumpleaños para nuestro mejor amigo, esperamos que alguien nos llame y nos pregunte como estamos pero nosotros nunca le llamamos y le preguntamos como está, esperamos tener un buen día y así nos pasamos el día esperando a ver si llega el buen día.

Me da la sensación que esperamos y esperamos por el puro placer de esperar. Pero yo más bien diría que esperamos porque es lo fácil: esperarse y si no llega después quejarse. Es como esperar que el Windows algún día no se cuelgue, que el coyote se coma, de una vez por todas, al correcaminos o que el gato se coma al piolín. Esperamos en vano en lugar de ponernos a cambiar las cosas.

A veces cuando menos lo esperamos llega lo que no esperábamos y con ellas más tarde también llega la desesperación o la esperanza. Nos pasamos la vida esperando algo extraordinario, esperamos amar pero tenemos miedo a ello, esperamos cambiar pero tenemos miedo a los cambios. Muchos esperan acabar la carrera para tener tiempo libre, algo a lo que todo ser tendría que tener derecho, y luego esperan no tenerlo para no empezar a pensar que se pasan la vida esperando.

Nos pasamos la vida esperando un cambio, que sino empieza por nosotros nunca va a llegar. Y tú ¿quieres cambiar o quieres seguir esperando?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el texto... aún así, creo que se confunden un par de conceptos que, aún que sean muy semejantes, creo que tienen matices interesantes. No es lo mismo la espera que la esperanza. La espera es no hacer las cosas porque ya llegarán, es dejar pasar el tiempo sin más, es perder las horas porque lo de después será mejor. La esperanza es soñar, tener ilusiones, querer cambiar las cosas (e intentarlo), es trabajar por una meta. No hay que esperar, pero sí tener esperanza. Sin esperanza, no lucharíamos por nada, no tendríamos nada que hacer, nos hundiríamos ante la menor dificultad, ya que no veríamos que más allá del mal momento habrá otros buenos.
Pongamos un ejemplo... yo no sé hacer pasteles de chocolate, pero el otro día intenté hacer uno... y fue un desastre, me quedó fatal. Hoy tengo una cena y me gustaría llevar un pastel de chocolate. Tengo dos opciones: la ESPERA sería dejarlo pasar, decidir que total, ya llevará el pastel otro, total, nunca voy a saber hacerlo, total, ya me enseñarán algún dia. La ESPERANZA sería confiar en que el de hoy puede salir bien, buscar recetas o llamar a mi madre para que me explique como lo hace, porque tengo la esperanza de que salga bien. Sin esta esperanza, como solamente podríamos basarnos en la experiencia, renunciaríamos, porque sabemos que sale mal.

Probablemente sea un mal ejemplo, pero quizá puede servir para explicar lo que quiero decir.

Anónimo dijo...

Yo también creo que se confunden dos términos. Concretamente el esperar como "wait" y el esperar como "hope".

De todos modos en la mayoría del texto el "esperar" del que se habla no es "quejable" (según yo, y para que yo diga esto...), puesto que con los ejemplos que se da se refiere a un esperar a ver qué ocurre, por el simple hecho de que no somos videntes, y no podemos saber cómo va a salir algo, y esperamos que sea como nosotros queremos. Por eso veo partes del post equivalentes a "nos pasamos el día respirando".
Y el otro tema con el que no estoy de acuerdo es lo de la uni. Ella no te promete nada, te lo prometieron los que te ayudaron a convencerte a entrar. Una vez allí, al menos en mi experiencia, te intentan avisar de lo que te espera desde el primer día (mismamente la Durfort).

Y sabes cuán de acuerdo estoy contigo en la parte de ESPERAR versus ACTUAR. Uno puede instarse a sí mismo a actuar, pero no a que lo haga otro. Pues son frases no escuchadas. Lo sabemos tú y yo y unos cuantos más.
Ya has hemos hecho pública la reflexión, ahora pongámosla en práctica. Cuando es cuestión de no atreverse con algo, comparemos la insatisfacción o infelicidad que tenemos ahora con la que tendríamos si no lo consiguiéramos aún dando el paso. A menudo no hay diferencia, por lo cual no merece la pena no intentarlo.

Anónimo dijo...

Pues si que es verdad que se confunde wait como hope, aunque también forma parte del juego de palabras. Pero cada vez que esperas (como wait) no estás también esperando?(como hope?), si bien le podemos dar diferentes matices como Mane en el ejemplo que ha puessto.
En cuanto a la conclusión final de Sire cierto es que pensando la insatisfacción que se tiene no poniendo en prácica algo suele ser la misma que poniéndolo en práctica y no consiguiendo lo que quieres, lo dificil es atreverse...